El fallecimiento de Manolita Espinosa ha dejado un vacío significativo en el panorama literario y cultural de Ciudad Real. Reputada por su dedicación y amor hacia las letras, Espinosa no solamente destacó como escritora prolífica, sino también como una apasionada promotora de la cultura en la región. Su obra, caracterizada por una profunda sensibilidad y una riqueza expresiva, ha enriquecido el patrimonio literario de Castilla-La Mancha, edificando puentes entre las generaciones pasadas y futuras de lectores y escritores.
En su declaración, el presidente de la Diputación de Ciudad Real, Miguel Ángel Valverde, no escatimó en elogios hacia Espinosa, reflejando el dolor colectivo que su pérdida ha sembrado entre quienes la conocían y admiraban. Al manifestar sus condolencias, Valverde destacó la vitalidad y relevancia de la obra de Espinosa más allá de las fronteras locales, proyectando su influencia al ámbito universal.
El fallecimiento de la escritora, ocurrido en la jornada que celebra la poesía a nivel internacional, suma un componente poético a su adiós, como si la escritora misma hubiese querido culminar su vida en una nota literaria final. No podría haberse escogido un día más simbólico para una escritora cuya existencia estuvo inevitablemente ligada al devenir de la poesía.
Manolita Espinosa, durante su trayectoria, no solo logró reconocimiento por sus publicaciones, sino que también se comprometió activamente con la promoción de la cultura literaria en su comunidad. Sus iniciativas, junto a su escritura, han sembrado un fértil terreno que mantendrá viva la cultura local, haciendo posible que su espíritu y visión continúen floreciendo en los años venideros.
La Diputación Provincial, consciente del valor inestimable que Espinosa aportó a las letras manchegas, ha expresado públicamente su respeto y admiración, asegurando que su legado permanecerá en el recuerdo y en la inspiración que seguirá brindando a las nuevas generaciones.
La conmoción que su muerte ha suscitado es una prueba fehaciente de su impacto. Ciudad Real, y en especial su querido Almagro, lloran su partida pero celebran su vida, reconociendo en su historia un ejemplo de dedicación y amor por la cultura. Las palabras de Valverde sirven de eco al sentir popular: «Que descanse en paz», palabras que resuenan con profundo afecto y respeto hacia una figura que, sin duda, ha dejado una marca perdurable en el corazón de su tierra.